Texto: Miguel Ángel Vergara Robles
Fotos: David Romero
El sol caía, una breve línea del último e intenso destello de atardecer iluminaba el horizonte del palacio de los deportes. Parejas, amigos y confidentes paseaban por los alrededores, boleto en mano y sonrisa en rostro dirigiéndose a sus accesos. Una vez dentro, el ambiente era contagioso, como niños en la noche del 5 de enero, los presentes se delataban en las expresiones faciales, sus voces, sus risas, el nervio de aquel que está a minutos de concluir la larga espera para escuchar en vivo todas esas canciones que ha protagonizado en decenas de videoclips mientras anda por la ciudad.
Las tonadas y las letras de la banda española, Lori Meyers, amenizaban la espera para el comienzo del evento principal, con entusiasmo y euforia los chicos de Europa metieron en sintonía a todos los que ya aguardaban sentados en su lugar.
Posteriormente como si se tratase de los mismos integrantes de enjambre, el personal del evento que preparaba el escenario provocó el estruendo del público ansioso por empezar.
Por unos segundos el lugar quedó completamente a obscuras, al regresar la iluminación enjambre estaba ante una frenética afición que se levantó de golpe para presenciar a los protagonistas de la noche.
Las canciones más recientes como “Vida en el espejo” fueron la apertura del espectáculo que posteriormente tomaría un toque más antaño tocando canciones del disco “Daltónico” como “Visita” y “Dulce soledad”.
Cuando el concierto alcanzaba su punto más alto de pasión, el teclado y la batería delataron las intenciones de la banda, que con una de sus más icónicas melodías lograron lo que parecía casi imposible, levantar aún más el ánimo del público, cuando de cada butaca una voz se alzaba para corear:
“Se me parte el alma cada madrugada, cuando a la carretera tengo que acudir, te imagino levantándote por la mañana, sin mí, pensando valdrá la pena seguir”
El remate perfecto de la clásica canción “Elemento” en un excelente punto del concierto, se dio cuando Humberto Navejas agregó a la letra original, la bella dedicatoria a la entrega de la gente, cantando “Intento con cantar, poderte alcanzar, mi elemento vital ¡Son ustedes!”.
De pronto, en la obscuridad de la noche y en un escenario techado, de cada uno de los lugares se comenzaron a iluminar las luces de cada celular provocando el efecto de encontrarnos en un cielo estrellado, efecto que se hacía más realista con el estado de ánimo tan emocionante que provocaba enjambre.
Al concluir el evento, las salidas se llenaron de un pacífico caudal de rostros tranquilos, satisfechos y felices, almas alegres se asomaban en gestos tranquilos, más allá de llenar escenarios, esa música llenaba personas.
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